En su afán por zafarse del ornamento y el artificio
anterior, podría decirse que la Weissenhof se ha purificado en exceso. La
pulcritud y la claridad de sus blancas, geométricas fachadas acaban por dar la
sensación de impersonalidad, como si faltase humanidad, belleza.
Belleza que encontramos en la misteriosa oscuridad japonesa,
penumbra que “vale por todos los adornos del mundo y cuya visión no nos cansa
jamás”, compatible así con la arquitectura de la colonia. (Tanizaki, El elogio de la sombra)
Ante la imposibilidad de crear un espacio de oscuridad muy densa durante el día, emplearemos materiales translúcidos que generen una claridad más difusa, apagada que la que nos aportaría el cristal. Además le daremos una forma curva para dar una sensación mayor de profundidad y prescindir de tejadillos.
Queremos el papel de arroz de los Shoji japoneses pero con
propiedades más resistentes a la lluvia de Stuttgart y la intemperie. Ciertas
clases de mármol, material muy “impuro”, “profundo”, lleno de vetas difusas, se vuelven
translúcidas al disminuir su grosor. El problema que se nos plantea ahora es
cómo evitar el resquebrajamiento en una superficie de estas cualidades, más
fina en el centro para volver en este punto el mármol translúcido, volviéndose más opaco a medida que nos alejamos del centro. Además, resulta poco estable.
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Policarbonato |
Encuentro así el silestone, material silícico (material más
abundante de la tierra) cuyo grado de opacidad puede variarse a capricho, de
textura parecida al mármol, que resistiría a la forma deseada con un mínimo de
3 cm de grosor en el centro, la zona que haremos más translúcida. Consideramos también el policarbonato, también manipulable y muy resistente y flexible, pero de textura más cristalácea.
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Silestone |
En cuanto al recorrido, nos decantamos por un rodeo por el oeste, zona en la que al estar el sol más bajo y escondiéndose, nos va a permitir crear una oscuridad un poco más densa. Además, encontramos aquí la zona más elevada de la colina, lo que nos permitirá ensombrecer fácilmente el
bloque de Mies, más alto, sin necesidad
de aumentar la altura del muro. La parte más baja no
supondrá ningún inconveniente pues las casas aquí son también más bajas.